martes, 10 de noviembre de 2015

Ánima de Wajdi Mouawad


Editorial: Destino (2014)
445 páginas

ISBN: 9788423347773
Título original: Ànima
Traducción: Pablo Martin Sánchez

¿Qué es lo que ocurre cuando lo cotidiano entra en quiebra y la vida que conocíamos acaba hecha trizas?


Los humanos están solos. A pesar de la lluvia, a pesar de los animales, y de los ríos y de los árboles y del cielo, a pesar del fuego.
Los humanos se quedan en el umbral. Han recibido el don de la verticalidad y, sin embargo, se pasan la vida encorvados por un peso invisible. Algo los aplasta. Uueve: y se ponen a correr. Esperan la llegada de los dioses, pero no ven los ojos de las bestias que los miran. No oyen cómo los escucha nuestro silencio. Encerrados en su razón, la mayoría no conseguirá nunca franquear ¡a sinrazón, o lo hará al precio de una iluminación que los dejará locos y exangües. Lo que tienen entre manos los absorbe y, cuando las manos están vacias, se las llevan a la cara y lloran. Los humanos son así. Pag. 112.

Ánima es inclasificable. Es demoledora, es perturbadora, es dura. Es una novela que hay que ir absorbiendo, despacio, que se lee con gesto de dolor. Es una historia desgarradora y brutal, pero también una historia de redención y de encuentro, de salvación. Quizás no sea una lectura para todo el mundo, porque hay que tener el estómago duro, pero sí para los que disfrutan con las historias secas, áridas, con las historias negras como el alma del demonio, para los que les gustan las tramas con espinas y con finales épicos y brutales.

AUTOR:
Wajdi Mouawad nació en el Líbano en 1968, de origen cristiano-maronita. Con diez años  emigró con su familia a Francia huyendo de la guerra civil, el primer poema que memorizó fue, de manera profética, la composición de Du Bellay que empieza: “Feliz quien, como Ulises, ha hecho un largo viaje”. Asegura que, en Francia, se convirtió en “un ejemplo de integración feliz”. Fue un excelente alumno, capitán del equipo de rugby e hijo modélico para una familia que sentía alivio por haber dejado de oír el ruido de las bombas. “Y sin embargo, vivíamos un auténtico desgarro, aunque nadie se atreviera a decirlo en voz alta”, describe. “Hoy todos los miembros de mi familia siguen lamentándose: ‘No sabéis por lo que pasé’. Tras seis años en París, las autoridades francesas decidieron no renovar sus permisos de residencia: “Nos dijeron que llevábamos demasiado tiempo allí y que era hora de marcharse”, y posteriormente se trasladaron a Montreal. Allí estudió en la Escuela Nacional de Teatro y, tras dirigir varios centros, en 2005 creó dos compañías, en Quebec. 
En su biografía vemos un tema recurente en su obra, el del exilio, el de la nfancia perdida y la violencia gratuita consecuencia de las guerras y de la bestialidad humana, temas que de una forma u otra aparecerán en su novela Anima
“Este es el laboratorio en el que me ha metido la vida, el del exilio, la guerra, las lenguas que no son tuyas. El exilio ha sido un lugar de un sufrimiento atroz, pero también paradójico. Me rompió en dos y, a la vez, me salvó la vida”, relata con temblor en la mirada. “Gracias a él, escapé a los círculos viciosos en los que fui criado. Fui un niño muy amado, pero me educaron para odiar a los demás. Para abominar de musulmanes, chiitas, sunitas, drusos, palestinos, judíos, israelíes. De todos por igual” como explica en la entrevista concedida en El País Cultural  el 8 de febrero de 2014 a raíz del monólogo estrenado en Barcelona del monólogo Seuls en el LLiure.


Hombre de teatro, escritor, actor y director... Su obra más importante es la tetralogía La sangre de las promesas, compuesta por BosquesLitoralIncendios y Cielos. La adaptación cinematográfica de Incendios fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera y su versión teatral ha triunfado en los escenarios catalanes dirigida Oriol Broggi, y interpretada por  Clara Segura y Julio Manrique, .  

Ha recibido destacados galardones, como el Premio Terenci Moix 2012, el Governor General’s Literary Award for Drama o el Prix de la Francophonie. En 2002 fue nombrado en Francia Caballero de la Orden Nacional de las Artes y las Letras. Ánima ha sido galardonada con el Prix Méditerranée, el Grand Prix Thyde Monnier y el Prix du Deuxième Roman y el Premi Llibreter 2014

Gran conocedor de la tragedia griega afirma que Descubrir la tragedia fue algo revelador. Me fascinó el carácter falible de los héroes griegos o el problema de la desmesura. Sófocles no deja de repetir que no hay que ser presuntuoso, porque nadie está a salvo de cometer lo inimaginable”
 Gestación de la novela:

Ánima es su segunda novela y estuvo diez escribiéndola, mientras montaba y desmontaba proyectos teatrales.

En una charla mantenida con la actriz catalana Clara Segura, en un piso antiguo habilitado como espacio cultural en el barrio de Gracia. Wajdi  expuso algunas de las claves de su novela, al ser preguntado sobre si escribir la novela poniendo de narradores a los animales, le había  facilitado la redacción de la misma y que ha qué era debido. Wajdi comentó que le marcó mucho la lectura de de la novela de Faulkner, Mientras agonizo, y que siempre había  querido escribir una novela con diferentes puntos de vista como hizo Faulkner en esa obra, así que utilizó animales para darle esa visión coral a su narración y esos puntos de vista de diferentes seres, en este caso animales.
"Siempre escribo un inicio de novela, espero que sea una cosa, y luego se convierte en otra- dice Wajdi- Escribí el primer capítulo donde él entra y descubre a su mujer muerta. Me quedé ese capítulo en la cabeza, pero no me salía nada más. Yo tengo un gato -sigue contando Wajdi-  el típico gato gordo de autor, así que hice que lo contara mi gato, pensé que nunca funcionaria. Escribí tres capítulos más, pero luego no me atreví a releerlos. Lo dejé en un cajón". 
Después de dos años, en un viaje de diez días que hizo a Barcelona, decidió releer los tres capítulos que había escrito de la novela y decidió que la novela la narrarían animales, en ese hotel, en Barcelona. “Escribí la trama y un guion y reescribí algunas partes, así construí Ánima”.

“Cuando escribo literatura noto un silencio en mi cabeza. En el teatro, en cambio, escucho un bullicio permanente. Me di cuenta de que necesitaba trabajar en esta novela para preservar mi equilibrio mental. Era como un jardín secreto en la parte trasera de mi cabeza, en el que me podía retirar cuando me apeteciera. La mantuve en secreto durante ocho años, sin saber muy bien qué haría con ella”, confiesa.

En 2007, durante un viaje a Barcelona, Mouawad compró un mapa de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, territorio donde transcurre el relato. Por casualidad, descubrió que en los Estados fronterizos existían ciudades con nombres como Lebanon o Jerusalem. “Observé mi vida reflejada en un territorio nuevo. Entendí que la novela me estaba empujando hacia allí”, apunta en su entevista en el País. Por si fuera poco, leyó que el lugar había sido escenario de una sangrienta batalla durante la guerra de Secesión: Illinois era unionista, pero Missouri defendía el esclavismo. Las fallas geológicas unieron entonces a dos geografías distintas, en las que los animales hablan y los humanos matan. La diferencia entre unos y otros, como bien describió Kafka, es tirando a relativa.

LA NOVELA

La novela comienza como un thriller Wahhch Debch encuentra   el   cuerpo   de   su esposa,    cruelmente asesinada, en el salón de su casa. El sospechoso es un hombre del que no sabe nada; no parece haber cuentas  pendientes  que  motivaran  el  suceso.   El protagonista se obsesiona con él y decide ignorar los trámites oficiales para ir a buscarlo él mismo. No se mueve  por el deseo de venganza,  sino por una extraña necesidad de ver al culpable con sus propios ojos para asegurarse de que no ha sido él quien ha cometido esa salvajada:
 No quiero matarlo, no me mueve la sed de venganza, ni siquiera me invade la cólera. Sólo quiero ver su cara, saber quién es (...) Quiero estar seguro de que él no es yo”, dice Wahhch. 
El asesino es un mohawk llamado Welson Wolf Rooney al que Debch buscará en varias reservas indias. Emprende un viaje que lo lleva desde Canadá hasta el oeste de Estados  Unidos;  un recorrido por territorios indómitos que tiene ecos de western por su aridez y la amenaza constante que se cierne sobre el protagonista.  Pero esta búsqueda se convertirá al mismo tiempo, para Wahhch Debch, en una indagación acerca de sus propias raíces, en un intento por descifrar su origen libanés, que es monstruoso.
Lo más interesante de la novela no se encuentra, sin embargo, en la trama, que en ciertos momentos es algo artificiosa. La potencia de la novela está en el tono y en el punto de vista escogido para la narración. Hay descripciones magníficas de los paisajes que atraviesa el protagonista, y hay pasajes líricos de gran intensidad:
«Perdido desamparado en el apremio de sus pasos, en el repiqueteo de los talones sobre la superficie helada de la carretera, se envolvía en el abrigo como se envuelve en el cielo la bandera de la profunda noche».
El aspecto más original del libro de Mouawad es la elección de la voz narrativa. Quizá este  punto de vista lo sacara de que de niño, su hermano mayor le convenció de que los animales eran capaces de hablar. Como en las fábulas de Perrault y las películas de Disney son los animales los que nos describen las escenas, los que nos muestran el recorrido de Webch por EEUU y Canadá en esa búsqueda personal que emprende tras la muerte de su mujer. Hablan perros, gatos, arañas, luciérnagas, arañas, grullas, monos… Son los animales los que toman la palabra para describirnos los actos atroces de los hombres. Cuando los hechos suceden en algún lugar concreto las narraciones se nos ofrecen en pasado, casi como si se hubiese entrevistado a los animales para que nos hablen de Wahhch Debch. Por el contrario, cuando las narraciones de los animales se ciñen a los tránsitos del protagonista por los paisajes de EEUU y Canadá, esas narraciones se nos ofrecen en presente, algo que dota a la prosa de un mayor dinamismo.
En los animales no hay percepción del bien o del mal, pues manda su naturaleza. En los hombres, por el contrario, los actos malos son producto de la podredumbre moral, nada tienen que ver con necesidades fisiológicas. Y es que Ánima es una novela cruda. No omite detalles, no nos oculta aquello que podría desagradarnos. Nos desagrada y nos conmueve. Tal vez la frase de la novela que mejor resuma a Wahhch Debch sea esta, perdida en la novela:
«Este hombre, cansado, agotado, engullido por la opacidad opalina del camino, exhala desde el centro de su espalda el negro del azabache, color de la deriva y los naufragios, patrimonio de las naturalezas incapaces de librarse de su memoria y su pasado».
La originalidad  de Mouawad radica en que  lector carece de la información habitual sobre el personaje (edad, trabajo, familia, orígenes) y debe averiguarla con los detalles que dejan caer las bestias, testigos (¿imparciales?) de su camino. Un gran ejercicio de sutileza en el que destaca el uso de los diálogos, que desvelan, poco a poco, los datos necesarios para comprender a Wahhch Debch, los nombres de los animales aparecen con su denominación científica y hemos de averiguar por su comportamiento y comentarios quiénes representan, entre ellos el individuo como un animal más "homo sapiens" voz que acabará la narración y nos explicará el final de la historia, aunque ese final está u poco cogido con pinzas. 
 
Cuando descubrimos la historia del protagonista que ya  se intuía  en la primera página con la idea de la persona que ha sido enterrada viva y que surge en múltiples ocasione, en esa historia final comprendemos la complejidad de Ánima. A pesar de las apariencias, no es un thriller superficial sobre la búsqueda del asesino. Tiene un calado mucho más hondo, que conecta el asesinato de la mujer con otros sistemas macabros de matar: con la guerra. El autor nos narra una de las escenas más escalofriantes y duras de toda la novela, la descripción detallada de las atrocidades que padeció y fue testigo nuestro protagonista, la masacre de Sabrá y Chatila en 1982, la a narración es atroz, pero cosultando y buscando información sobre el genocidio las imágenes me han golpeado con una violencia y un salvajismo infinito. El protagonista de la novela había olvidado ese pasado salvaje, pero al inrumpir en su vida la violencia de manera aterradora y casual, de un día para otro su universo se ve destrozado, surgen aquellas imágenes que el bienestar había enterrado. Hacia el final se nos desvelará qué significa el nombre del protagonista. Eso cerrará su búsqueda y hará caer sobre él el inmenso peso del conocimiento. ¿Es siempre deseable saber?

Imágenes de la masacre de Sabra y Chatira, 1982
La obra muestra dos posibilidades de violencia: la personal (hacia su esposa, una violencia que solo sufren la víctima y sus allegados) y la política (de la contienda organizada y el ansia de poder, que afecta a toda una población). Ánima se ancla en la violencia real, bebe de ella, se desarrolla en ella. Y, en el fondo, queda la perplejidad de aceptar la irracionalidad del ser humano, la irracionalidad como elemento constitutivo de la realidad.

Los escenarios semejantes a un western le dan un aire turbador, violento a la novela, brutal por ella misma que recuerda al autor  Cormac McCarthy, la trama violenta, la narración seca y dura, el estilo crudo y muy puntuado, los personajes extremos, la redención, todo ello me remite a McCarthy, son estilos parecidos, excesos parecidos, puntos en común.

También plantea la novela el tema de las diferencias étnicas, no es casual que el alterego del protagonista sea un indio mohawks, indios americanos cuya comunidad está en situación de marginalidad y de asimilación de su cultura, pero por otro lado es una comunicad en relación con el mundo animal y una forma de vida alternativa, pero no por ello alejada de la violencia, todo lo contrario, estos individuos desclasados y despojados de sus raíces se convierten en auténticos monstruos asesinos. También le sirve este entorno para criticar al autor el papel de las fuerzas policiales.

Tengo que señalar que los fragmentos en inglés sin traducción me han sacado un poco de quicio, yo que pertenezco a la generación que estudió francés y que es una analfabeta en los idiomas por mucho que tenga estudios universitarios, me veía abocada a la ignorancia cada vez que nuestro personaje habla en inglés, aunque pienso que justo eso era lo que el autor buscaba, la idea de desconexión y de pérdida que nos produce cuando estamos ante alguien que nos habla y a quien no entendemos...

Por lo demás me parece una novela recomendable, para estómagos duros, eso sí